Zodíaco
- Matías Salomón
- Oct 24, 2020
- 5 min read
Updated: Aug 20, 2021
I.
«Zodíaco» lleva casi exactamente un mes circulando, encontrando en su camino lectores, lectoras y lecturas. Soy de la idea de que la reflexión acerca de lo escrito viene después de la escritura, y no antes. Y por creer de esta manera, me encuentro por estos días con la sorpresa por lo que ha quedado dicho y cómo ha quedado dicho. Me encanta sin pudor, y por eso la expando.
Que se entienda: es obvio que es indispensable que el resultado sea valioso para uno porque por ahí empieza todo, pero estoy convencido de que es un relato que puede gustarle a muchos/muchas porque muestra la enorme utilidad del Zodíaco para abordar nuestra existencia y trasluce el poder simbólico de la Astrología. Y además, porque aun con su trasfondo astro no deja afuera a nadie que sintonice con la historia como viaje de autodescubrimiento de esas cualidades en sí, sepa o no porqué surgen y de dónde surgen.
El mérito de «Zodíaco», me animo a decir como quien comienza a verlo desde afuera, es su universalidad. No revela ni pretende revelar ninguna verdad, sino reunir una serie de temáticas acerca de las cuales cualquiera que observe la vida en su despliegue, el mundo de las relaciones, el estado del mundo hoy, el camino hecho como humanidad, y etcéteras de ese tenor ha seguramente considerado.
La intención fue capturar la esencia de cada Signo en intercambios breves pero potentes, en los que quien lee sienta que acompaña a Eol en su iniciación. No abrigo otra pretensión que encontrar a otros y otras que descubran en los diálogos de la novela conversaciones que ya hayan ocurrido en ese juego afuera/adentro que nos une a todos con Todo. Es como si Eol intercediera por nosotros.
El Zodíaco es un artefacto que alude a la totalidad. Habilita el acceso de forma ordenada y arquetípica a la profundidad del misterio de nuestra existencia. No suena mal, ¿no? Posiblemente lo más valioso de «Zodíaco, novela» sea su semejanza con el «Zodíaco artefacto».
Y el hecho de que sea ficción propone acercarse a la Astrología con otra mirada, otro ánimo, otra predisposición. Las ficciones nos dan la oportunidad de encontrarnos en (no) lugares a los que solamente podemos acceder con nuestra imaginación. La ficción es una herramienta terapéutica. La ficción es una herramienta pedagógica.
II.
Hay camino hecho que va quedando atrás.
El proceso de publicar un libro inicia con la historia terminada. Es gracioso, porque para uno ese parece ser durante bastante tiempo el horizonte hacia el que se camina. Pero no. El día que la historia queda contada es el comienzo de su camino ante el ojo público. Hay que revisar, hay que corregir, hay que releer. Y corregir una vez más. Y después de ese trabajo invisible, darla por lista para andar sola. Por entonces, a excepción de unas pocas personas muy próximas, prácticamente nadie está al tanto de su existencia.
La autoedición es una tarea muy virginiana. Empieza con las correcciones como recién decía (puntuación, ortografía, et. al.), sigue por los ajustes de formato (fuente, justificación de párrafos, cursivas, et. al.), luego el diseño de cubierta y contratapa y por último trámites de ISBN y en la Dirección de Derechos de Autor. Pequeñas partes del todo.
Hecho esto, sí, se abre.
El momento en que una obra se publica y sale de la propia intimidad al encuentro de otros y otras, la expectativa es mucha. Cualquiera que lo haya vivido sabe que la sensación de vulnerabilidad por estar exponiéndose puede debilitarnos o fortalecernos. To like or not to like, that is the question. En el caso de un relato, como es con «Zodíaco», de ser bien recibido y valorado por sus lectores y lectoras o de no encontrar a nadie a quien el relato alcance en toda su percibida potencia. En la música, la pintura, la fotografía ocurre lo mismo. ¿Es todo una ilusión de mi subjetividad fan de mí mismo/misma o será que otros/otras coinciden?
Es indispensable correr el riesgo. Como es sabido, sin otros, sin otras, no llegamos muy lejos. Hablando de co-incidir, lo que necesitamos esa sensación de incidir yo en vos y vos en mí.
Uno como autor la comparte y la acompaña queriendo que llegue a donde tenga que llegar, que haga su mejor camino, pero ya teniendo claro que (si acaso alguna vez la sensación fue de que sí), ya no le pertenece. Es obvio que una parte de uno está -o fue- depositada en la novela, por el simple hecho convivir con ella durante el tiempo de creación, pero uno va despegándose (o desapegándose, la letra de más también sirve) con naturalidad. Los personajes de «Zodíaco» todavía están muy cercanos a mí, pero como amigos que quedan después de un viaje.
En el caso de «Zodíaco», separarme se hace más fácil porque siento que atrás de la novela viene empujando «el Zodíaco», que no me necesita para revelar su valor. Mejor dicho, no depende de mí.
III.
Desde mitad de septiembre a hoy, fueron días de mucha red social. Mucho FB al comienzo, mucho IG ahora. La mayoría a esta altura del año veinte del siglo veintiuno sentimos que en las redes hay mucha emisión y poca recepción. Que el código de un intercambio virtual es muchas veces indescifrable. Que el nombre redes les queda bien, pero no porque nos conectan sino porque nos atrapan sin que nos demos cuenta. ¿Vale la pena el esfuerzo de tener presencia en la web con un tan buen motivo para no? Bueno, si la otra opción es no mover un dedo digital, sí.
Esa posibilidad siempre latente de alcanzar a miles de otros/otras que cuesta tanto concretar es la parte más difícil de estar online. O sea, sí, las redes están llenas de gente, pero todo lo que el ojo ve frente a la pantalla son publicaciones de personas que por distintos motivos reclaman tu atención. Gustame, seguime, comprame. Acá estoy, aprendiendo a hacerlo. Ya me llevé unas cuantas buenas sorpresas, las suficientes como para seguir haciéndolo y ver cómo sigue. «Zodíaco» suma amigxs lectores que antes de que existieran las cuentas de FB e IG no lo eran y nunca lo hubiesen sido. No es poco.
¿Mucha gente sigue de largo y no llega a enterarse? Sí, mucha más de la que se detiene. Lo que pasa en las redes no es tan diferente de lo que pasaría si me pusiera a parar gente en la calle para venderle mi novela de trescientos pesos, imagino. Pero ese esfuerzo por ganar la atención del otro/la otra cuando querés decirle algo, está bueno. Y de paso uno recuerda que todo tiene un tiempo y cada otro/otra su decisión. Es cierto que la forma en que el otro/la otra puede seguir de largo sin enterarse lo que le querías contarle es un poco frustrante y lo tomo también como parte del aprendizaje. Varixs sí gustan, varixs sí bancan, varixs sí apoyan.
Ese desear que nos jala pide algo más: ahora es que «Zodíaco» exista como libro, en versión papel. Estamos muy cerca.
Todo este despliegue para invitarlos e invitarlas a leer «Zodíaco» si todavía no lo hicieron.
Pedirles también que si ya la leyeron y les gusta/gustó, compartiéndola con sus amigos y amigas ayudan a que el círculo siga creciendo.
Agradecer a los y las que llegan y a los y las que están,
Gracias por leer «Zodíaco».
M.S.
27º Libra / 2º Escorpio
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